En cada región, la agricultura enfrenta desafíos específicos que afectan la producción, el suelo y la rentabilidad de los productores. La degradación del suelo, el uso excesivo de agroquímicos, la escasez de agua y la falta de opciones productivas rentables son problemas recurrentes que ponen en riesgo la sostenibilidad de las economías locales, especialmente para los pequeños y medianos productores.
Además, en muchas regiones, especies introducidas como el pino han desplazado a la flora nativa, generando un desequilibrio ecológico y aumentando el riesgo de incendios forestales.

El cultivo de cáñamo se presenta como una alternativa sostenible y regenerativa que no solo puede reemplazar especies problemáticas, sino que también mejora la calidad del suelo a través de la rotación de cultivos, requiriendo menos agua y agroquímicos.

Gracias a sus propiedades regenerativas y su bajo impacto ambiental, el cáñamo contribuye a reducir los costos productivos y abre nuevas oportunidades de diversificación económica. Su amplia gama de aplicaciones –desde fibra textil y materiales de construcción hasta bioplásticos y alimentos– permite acceder a mercados en crecimiento y generar valor agregado en origen.